EL DANUBIO NO ES AZUL.

Sulina, Rumanía, donde el Danubio se entrega al Mar Negro,

al norte, casi a tiro de piedra se intuye a la vecina Ucrania.

Es Octubre de 2009 y la barcaza donde se comparten rosquillas

y vodka apaga motores y nos deja frente a un caduco almacén

de soviéticas formas.

Las calles de este pueblo dormido bajo un cielo de mármol

parecen haber vivido un reciente bombardeo.

Pelícanos y nenúfares han cogido vacaciones,

son fantasías que se ocultan tras un realismo hipnótico.

He sentido la divinidad de Ganges, los frutos y recompensas

que crecida a crecida regala el Nilo, mientras aquí, todo es confuso.

Medito ante esta arteria de la vieja Europa, repaso siglos de historia,

me pregunto dónde se esconden las tan anunciadas maravillas que

sin duda oculta este cortinaje de cansinas nubes negras.

Decido caminar hacia ninguna parte buscando nada y encuentro

bares austeros y mal iluminados que ejercen de farmacia de guardia

para paisanos y extranjeros. (como siempre yo le encuentro su punto)

Como un vagabundo despistado me siento en el porche de esta decrépita

pensión con la intención de entonando un añejo Blues aportar algo de azul

al más azul de los ríos.

- En Sulina, octubre de 2009 -. (foto+texto MM)