
Este teatro de túneles y acantilados llamado vida empapa de pegamento las alas del vampiro.
No hay pócimas para despistar al ojo vigía de un Sol voraz e infalible.
Rutina, soledad, deseos insípidos.
Y una vez más tambores insolentes sacuden
el lecho del condenado. Un callejón sin salida
empuja al vampiro a su verdad, a matar para
no morir, a ver sin querer mirar.
Rutina, soledad, deseos hace tiempo perdidos.
(texto y fotografía Matías Moreno)
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