Entre Buda y un Samurai

Entre Buda y un Samurai
... en la vida breve.

sábado, 12 de marzo de 2016

Somos CARNÍVOROS.

La MUERTE
ES una cabrona
HONRADA. No miente.

Nada que reprochar, sin insultos ni sonrisas.
No seré tan niñato como para decir que algunos quisimos lamer el cielo y el infierno, jugar sin comodines, más que jugar vivir la vida. Para eso somos mujeres y hombres.
No somos plantas, ni nubes, fuentes o cientos de palabras bellas que podría adornar, vestirlas, darles ritmo.

Somos carnívoros.
No te gusta, pues rompe los espejos o niega tu vientre.
Ni flores ni serpientes. Somos carnívoros.


Muchos se han ido ya.

Muchos ya no están, excusas buscar, encender velas o arañar en los recuerdos. Tengo que decir que la mayoría de mi gente, la cercana, la irremplazable, incluso esos desconocidos referentes que año tras año nos van acompañando en proas y trincheras, otros que también viajan en el tren que un día decidimos coger.
Detesto la estupida frase resignada que proclama "nadie es imprescindible". Esa balada desenfocada tendría que repasar, rebobinar, aceptar que vamos perdiendo parte de nuestro yo por los caminos. Cierto es que encontramos nuevas piezas para seguir tirando del vagón. Buena gente.
Y pelear, luchar, seguir... o no. ¿Quién es nadie para meter baza en las razones de un viajero?.

Somos carnívoros con todo lo que eso arrastra.
Atacar, morder, resistir. Tumbarse junto al fuego y cerrar los ojos mientras el cuerpo se va apagando al ritmo de unas llamas que nunca son eternas.

Hay días, temporadas, giros impensables.
Pero la muerte es una cabrona honrada, no pide cuentas ni tampoco documentos. Yo soy de la opinión que es un lujo poder pactar con la muerte. Y detesto la resignación, ante todo eso.
Honrada, lo es, estoy seguro.
- texto y foto MM -.

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